miércoles, 14 de septiembre de 2011

Reflexiones

La inspiración más grande de un poeta viene de lo que se llamo el spleen. Ése es el estado ideal, de ahí surge la mayor inspiración.
En lo personal, no sé si sería mucho mejor vivir la vida como la viven los demás, sin tantas elucubraciones en la cabeza, sin duendes y demonios hablándonos y hablándonos sin parar. Pero así somos los poetas, de esa forma vivimos; desnudos y afiebrados, somos los lunáticos, los que no pegamos los pies en la tierra. Mientras el resto se preocupa por vivir, nosotros vamos ordenando las palabras; tanta maldita palabra. En lo particular me avivo con lo monstruoso y me desmorono con lo común. Azoto los ojos del caballo y me voy a pasear en él.
A los poetas les ha quedado chico este mundo, la realidad del mundo es muy limitada para sus almas de amplias alas. Los poetas escriben para inventar sus propios mundos. Y son tan aterradores lo poetas, que pueden crear mundos todos los días. Por eso son malditos: porque juegan a ser pequeños dioses, a los pies de su propio dios.
 
 

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