sábado, 10 de marzo de 2012

Los malditos: El buscador literario.



Ahora habla el buscador literario. Un atormentado más por las artes:
¿Qué busco en la literatura? ¿Qué deseo encontrar en ella? Lo tratare de explicar: Quien penetra en ese mundo, quiere soñar, ver más allá; buscar es ambicionar. Todo el que busca es un inconforme. Por lo tanto, para mí, buscar es un acto supremo.

Todos buscamos algo en algún momento dado, todos, absolutamente todos; por ejemplo: Él político busca el poder, con tal vehemencia, que se olvida de algunos principios fundamentales, el psicólogo busca en los laberintos de las mentes, a sabiendas, que se descubrirá a el mismo; pero hay búsquedas que son catalogadas como locuras, y esa es la búsqueda que realiza el poeta. El busca en el alma, busca todo aquello que primeramente lo encontró a él, y tal locura la lleva a cabo, en complicidad con su lector.
Hoy estoy buscando la razón y significado de esta vida, el lado místico de ella; pero mañana buscaré en las letras echas de silencios, de suspiros, en la sensación que deja el olvido; buscaré en el impulso y en el vuelo; pero también buscaré, en la serenidad que acompaña a la divinidad en su camino, y que nos lleva, hasta donde nos encuentra la eternidad.

Rambal                



Los Malditos: Confesiones de un despreciador.




Estoy frente a mí, frente a esta pesada masa de carne y huesos que debo soportar, cargándola para todos lados, Que fastidio!
Cuando era niño, cuando en mi inocencia creía que esta vida lo era todo, solía sentarme al borde del techo de mi casa, con mis pequeñas piernecitas colgando, las cuales eran tan delgadas, que apenas si las tenía. En ese entonces, en mí, vivía una admiración por las alturas, desde donde todo se mostraba de una perspectiva diferente, al observar desde las alturas, casi podía sentir, lo que sentida dios cuando nos observaba. Pensaba que un ave, era el ser más superior que había sido creado, puesto que estaba por arriba de todo y todos.

Desde esta altura
se puede contemplar
la forma que tiene el rio;
algunos árboles
vencidos por su paso
 y pequeños arbustos
subiendo
alegremente la montaña.

Desde esta altura
la belleza se engrandece;
el espíritu se desconcierta
y suele terminar
sediento,
como un sol…

Ya en mi adolescencia, con unos centímetros más de frente, admiraba a los muertos, afirmaba que sus vidas habían empezado en el preciso momento de fallecer. Qué locuras cruzaban por mi mente, despreciando la vida, sin tener la certeza objetiva, de que hubiera vida después de la muerte. Ya en mi adultez, descubrí la eternidad; esa misma que fabrica dioses y los arroja hacia la muchedumbre. Pobres dioses tan llenos de hastío. Cuán grande debe ser su cólera; que nos han mandado dos guerras mundiales y millares de asesinos, execraciones de la vida. Qué horror sin fin!
Hoy tan cercano a mi muerte, he aprendido gozar del espectáculo de este horrendo circo, desde cualquier ángulo, he dejado de  buscar esas razones y significados que antes me dominaban. Ahora solo vuelco mis ojos hacia mí, para empezar a disfrutar de la belleza que guarda mi espíritu corrompido, esta alma que despliega sus alas en el umbral de la muerte, alabada por mis dioses personales, que reinan en mi tenebroso anochecer.  

Rambal



viernes, 17 de febrero de 2012

Una vez más


 

Escribo,
hasta altas horas de la noche, 
como todas las noches.
Mientras tú,
Duermes,
                  Dulcemente;
como lo hace
la cruz sobre la piedra…

y aquí estoy,
dejando a golpes de teclado
Pedazos de mi corazón;
Invariablemente,
Noche     _ tras     _ noche.

Y no hay fuerza en este mundo
Que me arranque          de mis letras
de mi barca,
de mis sueños….

Hay amantes
Oscuros y siniestros,
Hay azúcar
y un cuarto azul
para cada desdicha;
pero no hay muchos versos
tan honestos como los míos…

¿Qué me has hecho
con tu inmenso desamor?
mira como me has dejado
abatido;
mientras la ciudad espera
a que reine de nuevo
                                            el día;
para mirarme
      caer,
una vez más…

Rambal                                                                                                                                                  

lunes, 6 de febrero de 2012

Las ciudades


Las ciudades son para los hombres,
lo que para los lobos la montaña.
Las ciudades hacen de los hombres,
lo que el mar hace de sus profundidades.

Yo vivo en una ciudad,
soy un plácido viajero urbano
y no conozco de silencios, ni de calma;
pero conozco el lamento de las calles
y me deleita mecerme sobre él.

Rambal

martes, 24 de enero de 2012

El tiempo


Como el viento
y como el rio,
también el tiempo
nos roba algo.
Así es el tiempo,
ese duro ladrón,
a veces cruel;
pero siempre honesto…

yo me sigo haciendo viejo
y quizá un poco más sabio.
pues he aprendido
a mirar atrás,
a encontrarle la belleza
a los hechos pasados
y a mirar el  futuro
en la voz de mis manos.

Ahora
lejos de amigos,
lejos de amores,
y de la ciega luz de la ciudad.
Ya puedo sentir las sombras
que acarician mi rostro
y ese dulce aroma a barro
que se lleva mi cuerpo.

Ahora
impregnado con la brisa
del silencio,
ya puedo escuchar la voz
de la montaña,
seguir aquella luz
que se pierde en su vuelo
y robarle inspiración;
al  tiempo.

Rambal

miércoles, 11 de enero de 2012

La belleza del adiós



Como la noche llego,
suavemente,
como llegan las zorras caras;
era hermosa y arrogante
y fácilmente  me enamore;
Pero hay mujeres
que nos vacían el alma,
Que nos vacían los bolsillos
y ese magnífico amor
que edificamos por ellas.
-Qué manera  de dejarnos caer-

Y se fue…
después lo hice yo,
caminando por el corredor
de las lágrimas,
y me fui alejando de ella,
después llego el vino
y le dio forma
a la extraña belleza del adiós…

El alcohol es el viejo sabio
Que alegra las calles
los pensamientos de los hombres
y la forma de las perras
vestidas de damas.

y así, después de días y  de noches
de embriagarme y de escribir,
al  fin logre dormir. 
hasta que un viento fresco me despertó
de la profundidad de mis sueños
y vi la lágrima más hermosa
rodando por su rostro,
cuando vio,
que la vida me compensó
                          con el olvido…

Rambal